La clandestinidad de Cristina

Hace 55 días que está recluida. Massa se esfuerza por ordenar al PJ. Lograrlo con La Cámpora y los K es más difícil

Jujuy al día ® – Ha transcurrido un mes desde que se realizaron las PASO y la dinámica parece atada todavía a aquel sorpresivo desenlace. Casi todo orbita en torno a Javier Milei. El peronismo produce manifestaciones como si estuviera enfrentando un fenómeno irreversible y fatal. El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, dijo que renunciará si gana el diputado libertario. Pablo Moyano, hijo del líder camionero, sostuvo que si eso sucede “después no lloremos”. Luis Barrionuevo, habituado a la versatilidad, habló con menos dramatismo: “Habrá que conversar y si hace falta aggiornarse”, declaró.

Juntos por el Cambio ha preferido centrarse en el debate económico apuntalado en la autoridad que ahora le brinda Carlos Melconian. Resta que Patricia Bullrich redefina su perfil de candidata y descubra una estrategia para recorrer el camino hasta octubre. La presentación de equipos está muy bien. Sonaría, sin embargo, insuficiente. Uno de los expertos de campaña ilustró el dilema presente con sinceridad y humor: “Por ahora estamos Juntos. El Cambio se lo llevó Milei”.

Sergio Massa, por consejo del catalán Antoni Gutiérrez Rubí, ha decidido moderar sus ironías sobre el candidato libertario. Menos, en cambio, las alusiones al miedo ante la presunción del desgobierno que provocaría el arribo de Milei al poder. También al ministro-candidato, como a Bullrich, le faltaría una estrategia. Difícil diseñarla frente a un horizonte económico-social que sólo augura malas noticias.

Para colmo, nadie sabe si como motor de un plan o producto de la improvisación, Milei y algunos de sus portavoces cambian permanentemente de libreto. El candidato arriesgó que, si fuera ahora, la dolarización se haría tomando como base la cotización de 730 para la moneda estadounidense. Darío Epstein, uno de sus economistas calificados, opinó que la dolarización sería de arranque imposible. Por la inexistencia de dólares. Diana Mondino, mencionada como hipotética canciller, afirmó que antes habría que juntar en el Banco Central alrededor de US$ 90 mil millones. Demasiadas cosas estarían por el aire.

Ese debate fue atravesado en los últimos días por dos episodios de profundo sentido rupturista de La Libertad Avanza. Uno fue promovido por la diputada y candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, en la Legislatura porteña. Reivindicó a víctimas del terrorismo guerrillero de la década del 70. Desafió el consenso colectivo que fue madurando desde los 80 con el juicio a las Juntas Militares que concluyó, con evidencias estremecedoras, que en la Argentina existió durante la dictadura una política de exterminio. La osadía resultó de tal dimensión que dejó perplejo al kirchnerismo. Sólo la izquierda se encargó del repudio callejero. A Juntos por el Cambio lo encerró el silencio.

El otro capítulo resultó protagonizado por sacerdotes que trabajan en barrios pobres, muchos de ellos ligados al kirchnerismo. Realizaron una misa masiva en desagravio al papa Francisco. También alertaron sobre el crecimiento de la derecha que ven representada en Milei. El conflicto no es nuevo. Alguna vez el candidato libertario calificó a Su Santidad de “personaje siniestro”. Jorge Bergoglio, también hace tiempo, replicó sobre el peligro que significan para el mundo la reaparición de las derechas extremas. Hizo una analogía con el momento en que el nazismo irrumpió en Alemania.

La reposición de aquel conflicto podría estar indicando varias cosas. La percepción de aquellos sacerdotes de que la aparición de Milei no sería un asunto circunstancial. De trazo transversal, que habría perforado sectores muy humildes donde realizan su trabajo de contención social. De hecho, el candidato libertario se impuso en los barrios del Sur y en la Villa 31 de la Ciudad. Distrito donde, pese a eso, registró una de sus peores votaciones.

Otra novedad consiste en la aparición de un sector de la Iglesia Católica –minoritario por ahora—interviniendo en una campaña electoral. Inédito en estos 40 años de democracia. Frecuente en el pasado cuando se produjeron golpes militares. Otra marca que estaría provocando este tiempo de Milei donde la idea de un “cambio” pareciera no encontrar topes. Uno de los consultores más respetados de opinión pública que indaga las razones del votante mileísta descubre la potencia de ese sentimiento: los consultados se aferran a la convicción de cambiar. No importaría de qué forma.

La posibilidad de una victoria hace aflorar en La Libertad Avanza la necesidad de replanteos. “No se puede ir en contra de todo”, dice uno de sus asesores de campaña. La revulsión en la Iglesia Católica y el fastidio de Francisco con Milei requeriría, tal vez, de alguna mediación. Hay un dirigente ahora libertario que tiene vínculos con el Papa. Lo conoció en el secundario del colegio El Salvador cuando Bergoglio no se había ordenado aún de sacerdote. Enseñaba literatura y psicología. Supo visitarlo en el Vaticano. Por allí empezaría la misión discreta.

Se sabe que Milei carece de estructura sólida para encarar el desafío electoral de octubre. También que deberá recurrir sin remedio a “la casta” para gobernar si se produjera el milagro de la victoria. Por esa razón hay quienes bocetan la posibilidad de un nuevo esquema: el sistema de coaliciones políticas, que representan Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, podría mutar en una coalición de gobierno. Es decir, pactos de gobernabilidad tramados en el Congreso con bloques distintos.

Milei logró consumar un primer gran negocio electoral cuando colocó a “la casta” como su adversario. No se trata de una renta que dure para siempre. De allí aquella reformulación que tiene en carpeta. De a poco, por otro lado, recurre a las mismas herramientas de sus rivales. Desde las PASO resolvió perfeccionar el abastecimiento de encuestas. La última que recibió lo dejó conforme. Indica que estaría tocando los 39 puntos, contra 31 de Massa y 22 de Bullrich. La tendencia (no las cifras) coincide con la de otras consultoras más afines a las coaliciones tradicionales. Recogen datos llamativos característicos de la era.

En Buenos Aires crecería Carolina Píparo como candidata a gobernadora en desmedro de Néstor Grindetti, de Juntos por el Cambio. También estiran sus números candidatos provinciales que nunca tuvieron el apoyo explícito de Milei pero llevan en sus identificaciones partidarias la palabra Libertad. Edelmiro Bodoira, de Viva la Libertad, no pondrá en riesgo la victoria de Maximiliano Pullaro en Santa Fe. Está duplicando su porcentaje respecto de las PASO. Algo similar ocurriría en Chaco con Alfredo “Capi” Rodríguez, de La Libertad Avanza. Habría que observar cuánto afectaría las chances de reelección de Jorge Capitanich y el radical Leandro Zdero, que busca desbancar al mandatario kirchnerista.

Aún con aquellos números optimistas que exhibe, Milei debería someterse a un supuesto balotaje con Massa. El libertario imagina una campaña desgarradora teniendo que enfrentar al sistema peronista. “Cero triunfalismo”, apunta uno de sus asesores. La cautela tendría que ver con aquella realidad. También, con la facilidad con que el candidato libertario suele desbocarse. De allí, en las próximas semanas, tal vez, se vea una modificación de planes. Menos oratoria y mayores recorridas callejeras. Como la realizada la semana pasada en La Matanza. Práctica que se extendería al Interior de donde, impensadamente, provinieron millones de votos. Rémora de lo que fue en los 80 la irrupción del menemismo.

Massa, en ese aspecto, asoma mucho más limitado. El contacto espontáneo con la gente se dificulta porque como ministro-candidato es el mensajero de noticias ingratas. Pasó la devaluación de agosto. Le aguardan los altos índices inflacionarios de agosto y de septiembre, que se conocerá antes del 22 de octubre. Los datos de desigualdad del índice GINI y los de pobreza del Indec, que también deben difundirse este mes. El líder renovador dependerá mucho para su exposición pública de las maquinarias peronista y kirchnerista.

Por ese motivo se realizó la cumbre en Tucumán donde dos aspectos quedaron a la vista. La ausencia de una conducción que centralice y ordene. Producto del repliegue de Cristina Fernández y la ausencia territorial de La Cámpora. La vicepresidenta está aterrada por la debacle social. La última vez que se la vio en público fue el 17 de julio en un simulador en Aeroparque junto al ministro-candidato. Hace 55 días que permanece casi en la clandestinidad. La Cámpora constata a cada paso que la militancia deambula desesperanzada.

Los camporistas se ocuparon de un corto de gran calidad cinematográfica para recordar el aniversario del atentado fallido contra la jefa. Con argumentos falaces, que la realidad desmiente. Los tres responsables del ataque (los copitos), están detenidos, procesados y en las puertas del juicio. La pista del presunto financiamiento permanece en manos del juez Marcelo Martínez de Giorgi.

Cristina no pudo manejar el Senado, como hizo durante mucho tiempo, para lograr la prolongación en el cargo, tras haber llegado a la edad jubilatoria, de la jueza Ana María Figueroa. Un fallo unánime de la Corte Suprema la terminó por cesantear. Se fue sin haber formalizado su voto favorable a la absolución de la vicepresidenta en las causas Los Sauces-Hotesur (sospecha de lavado de dinero) y el Memorándum con Irán. Más allá del reemplazo es muy probable que Cristina deba afrontar en ambos casos nuevos juicios.

De golpe de gracia recibió la novedad de otro juicio perdido por su pupilo, Axel Kicillof, a raíz de la expropiación de YPF en 2012. Un dineral que perderá el Estado por una decisión oscura de la “década ganada”. Historia vieja que renace al influjo del cambio de época que las elecciones insinúan.

Eduardo van der Kooy

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