Tres personas fueron condenadas en Córdoba, pero no irán a la cárcel.
Jujuy al día ® – De crecimiento únicamente en condiciones específicas en la Cordillera de los Andes, los casi 800 kilos de hojas de coca fueron contrabandeados probablemente de Bolivia a Jujuy, y luego triangulados a Córdoba. Tres personas no sólo fueron condenadas en La Docta por encubrir el contrabando del cargamento oculto en una camioneta, sino que dos de ellas deberán pagar una multa conjunta de 13 millones de pesos.
El Tribunal Oral Federal N° 2 de la ciudad de Córdoba, a cargo de la jueza María Noel Costa (en un fallo unipersonal), impuso ocho meses de prisión a J. M. F. (se ordenó su libertad), dos años de ejecución condicional a J. L. S. y dos años de domiciliaria para la única mujer condenada, V. B. L.
La “ruta” de las hojas de coca
La noche del 13 de septiembre de 2023, G. I. S. y J. M. F., a bordo de una Toyota Hilux 4×2, evadieron un control policial apostado en la ruta provincial 13. Al llegar a la altura de la localidad de Las Varillas, enlazaron con la ruta 3 en dirección a la localidad de San Antonio de Litin (departamento Unión).
La persecución policial continuó hasta Chilibroste. En el ingreso de un campo abandonaron la Hilux y se perdieron entre la vegetación. S. fue detenido horas después, cuando hacía “dedo” cerca del cementerio, mientras que F. fue capturado en la ruta 9.
De acuerdo con la investigación de la Fiscalía Federal de Bell Ville, la Policía halló los casi 786 kilos de hojas de coca (valuados en cerca de $ 14 millones) ubicados en el espacio trasero del habitáculo que había sido acondicionado especialmente. Por política criminal, al trasponer los 400 kilos de hojas de coca, la Justicia sí penaliza el contrabando.
Las hojas de coca fueron ingresadas ilegalmente a la Argentina con fines de comercialización. B. L., S. y F., J. R. L. (tío de B. L.), J. L. S. y otra mujer (pareja de F.) quedaron bajo sospecha por la adquisición o la recepción.
Durante el juicio, el fiscal general Carlos Gonella sostuvo que las hojas no estaban destinadas a la producción de pasta base de la cocaína (para fabricar un kilo de esa droga se necesitan 100 kilos de hojas), sino para la venta al menudeo.
Los investigadores determinaron que si bien S. (al igual que R. L.e, sometidos a un juicio correccional) y F. transportaron el cargamento, S. trasladó la Hilux desde un depósito de la localidad de Zárate, Buenos Aires, hasta la localidad de Perico, en Jujuy. Sospechosamente, lo hizo dos semanas antes de que fueran capturados los cómplices en Córdoba.
El testaferro y la multa millonaria
S. dijo trabajar para una empresa de transporte de carga legal, aunque se le achacó haber efectuado viajes para contrabandear productos. En las maniobras intervino B. L., cuya madre era pareja de S.. Llamativamente, B. L. había conferido a S. un poder general amplio de administración y disposición, en su nombre y representación. Incluso mantenían una cuenta bancaria conjunta, con lo que el vínculo familiar se había extendido a los negocios.
S. llevó de Zárate a Jujuy la Hilux, pero no estaba a su nombre, sino del tío de B. L., R. L., prestanombre confeso de su sobrina (dijo que “había prestado la firma” a B. L. con la condición de que ella pagara mensualmente las cuotas de la camioneta). Y aunque el hombre detentaba la titularidad, quien la utilizó para transportar las hojas de coca a Córdoba fue F., un peón rural jujeño.
Las pruebas terminaron arrinconando a F. cuando los peritos observaron que en su celular guardaba –torpemente– fotos de hojas de coca esparcidas sobre un cerámico y de la Hilux con bultos encintados, tan solo dos días antes de que el cargamento fuera descubierto e incautado. También detectaron que conservaba una foto del carné de conducir de su novia y había tenido contacto con la madre de su cómplice S..
Aunque intentó despegarse de la acusación, la jueza Costa sostuvo que B. L. era la dueña real del rodado que ya había sido empleado para hechos ilícitos y que ya arrastraba una condena de 18 meses por el mismo delito. La magistrada recordó que S. y F. (con una condena en una causa anterior en Salta) sí se conocían, pese a negarlo, porque en el título de la Hilux (en poder del primero) quien figuraba autorizado era nada menos que el propio F..
“Quedó probado que F. participó activamente manejando la camioneta y transportando la mercadería prohibida, cumpliendo así una función esencial en la ejecución del delito”, agregó la magistrada. “Reconozco los hechos porque estuve y me hago cargo. Estoy muy arrepentido porque no lo hice para llenarme el bolsillo, sino por necesidad”, admitió el imputado sobre su rol de transportista.
En la mecánica, B. L: y S. “aportaron de manera conjunta y coordinada a la maniobra mediante la organización y la facilitación del transporte, así como la adquisición, la administración y el control de los vehículos, asegurando su disponibilidad y operatividad. Esta colaboración, en la que ambos mantenían un conocimiento y un control de la logística y los recursos necesarios, demuestra su participación activa y consciente en la maniobra ilícita, consolidando así su rol como coautores” en el encubrimiento del contrabando.
En el allanamiento en su casa, S. tenía 901 mil pesos y 125 dólares que habría utilizado para financiar el contrabando. La jueza lo condenó a pagar, en forma solidaria con B. L., 13 millones de pesos de multa.
