La relación del expresidente con los Kirchner arrancó hace más de 20 años. Su rol exitoso como operador y la gestión que los divorció.
Jujuy al día ® – Las declaraciones, discutibles, las hizo esta semana Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes, camporista y compañera de viaje de Cristina Kirchner en su reciente visita a México. Primero desde aquel país, y cuando Fabiola Yañez aún no había hecho la denuncia contra Alberto Fernández, Mendoza aseguró que el expresidente tenía «todas las características de poder haber ejercido violencia de género».
Al otro día, con la acusación formalizada y ya desde Argentina, la intendenta volvió a la carga: «Es verosímil (la denuncia) porque tiene conductas de un hombre violento. Primero al no respetar a las mujeres y segundo por la violencia política que ejerció sobre Cristina. Dijo que estaba loca y no lo dejaba gobernar. Alberto Fernández traicionó a Cristina y traicionó a la militancia. Nunca jamás nos imaginamos que iba a ser tremendo irresponsable. Hablo y me indigno».
Para algún desprevenido, en el translate de la política «Mayra es Cristina». Y no hay aquí mensaje cifrado ni razonamiento encubierto. A partir de la revelación de Clarín, el kirchnerismo duro/La Cámpora/Mendoza/Cristina intentan terminar de despegarse acaso del peor gobierno desde la vuelta de la democracia.
Lo dicen varias encuestas. Una reciente de la consultora Explanans pregunta justamente por la performance de los mandatarios desde 1983. Fernández termina anteúltimo con 0,2%. Sólo supera a Fernando de la Rúa, que queda con 0,1%. Primero figura Néstor Kirchner, con 34,7%. La parábola del modelo K ante la opinión pública, en 20 años, es terrible.
Con estos números se entiende la obsesión de Cristina de buscar escindirse del derrumbe final. Imposible. Eligió en primera persona a Alberto Fernández como candidato y lo acompañó cuatro años como vice. No más preguntas señor juez.
El operador que les mostró las luces del Centro
Pero además, la idea de imaginar a Fernández como un acto aislado en el epílogo del kirchnerismo es desconocer la historia del proceso. Sobre todo el principio. Los Kirchner no hubiesen entrado a las grandes ligas de la política sin Alberto Fernández.
Fue él quien, entre fines de siglo XX y principios del XXI les mostró a Néstor y Cristina las luces del centro. Coinciden en este relato tres fuentes confiables, que acompañaron ese proceso desde el inicio.
«Te lo defino así. Alberto era el único porteño que dormía en la casa de Néstor y Cristina. Entre otras cosas, les hizo el nexo con (Eduardo) Duhalde», sintetiza uno de ellos, hoy parado en otra vereda política.
«Alberto era un hombre del poder, un neo cavallista que les aceitó el ingreso a Buenos Aires. Hijo de un juez, abogado, los vinculó con el poder judicial, con los medios, hizo un trabajo impecable en ese sentido. Pero sin territorio, sin votos. Por eso hoy no tiene red.(Fernando) Espinoza está procesado por abuso sexual y sigue ahí, no se atreven a tocarlo», suma otra fuente y deja en el aire un interrogante que incomoda al peronismo: qué hacer con el intendente más poderoso del país, denunciado y ya con un fallo en contra de la Justicia.
Sigue el racconto, ahora a partir del testimonio de un ex funcionario, también muy cercano al Fernández de los comienzos: «Alberto fue excelente influyendo en las decisiones que tenían que tomar Néstor y Cristina. Era formado, tenía pátina de urbanismo, y compensaba a los santacruceños, el otro bando, a los que sólo les faltaba comer carne cruda», exagera.
«Pero en ese entonces -amplía-, él no se hacía cargo de las decisiones. Si Néstor se peleaba con (el empresario) Brito, Alberto seguía hablando con Brito. Como Presidente, Alberto no estaba preparado para tomar decisiones y asumir las consecuencias».
Y completa: «Es una persona insegura y dudaba en la gestión. Y cuando tenía un 80% de imagen positiva (en el arranque de la pandemia) no tuvo la ambición de formar algo propio, de avanzar. Eso, para el mundo de la política, también es una señal de debilidad. Creo que hasta Cristina se lo hubiese respetado».
Sin pruebas de violencia
Las tres fuentes coinciden en no haber visto ningún signo de violencia de Fernández ni hacia Yañez ni hacia parejas anteriores. También una cuarta, un exgobernador, de trato habitual con el expresidente: «Era un inútil gestionando, pero estuve en una cena formal con él y Fabiola, y parecía todo normal».
Agrega uno de los dirigentes: «No conocí bien la intimidad de su última relación. Sí, de una anterior. Y te puedo decir que es verosímil lo de los llamados, los chats, la insistencia después de alguna supuesta infidelidad. Pero en el caso que yo conocí su pareja lo frenaba ahí y no pasaba a mayores».
La revelación de la acusación por violencia de género de Yañez repuso en la mesa una frase de Cristina de mediados de 2022. “Cualquiera puede leer mi celular, no sé si todos pueden decir lo mismo”, sorprendió, en una chicana que se entendió entonces referida a la intimidad de Fernández. Algunos kirchneristas incluso la recordaron en redes, como una prueba de que la expresidenta «la vio». Pero nunca se aclaró a qué ni a quién se refería.
Cierra un analista, con una mirada interesante del tema. «Las reacciones forman parte de las miserias de la política. Es común que incluso los entornos de las personas desconozcan estos casos de violencia. Alberto fue un mal presidente, pero no tiene nada que ver si le pegaba o no a la mujer. Es un razonamiento miserable del kirchnerismo querer despegarse a partir de eso. Igual que un sector de la oposición, que siempre defenestró las luchas de género y ahora se suben a esto para pegarle a Cristina».
Eduardo Paladini