La SINIESTRALIDAD VIAL, particular especie de pandemia que azota a nuestra sociedad, se deriva de una multiplicidad de factores, entre los que se pueden mencionar, el exponencial incremento del parque automotor en los últimos años, una red vial no acorde a la gran cantidad de vehículos que transitan por los distintos corredores, pero fundamentalmente por una conducta inadecuada del usuario de la vía pública, sea éste conductor de rodados (automóviles particulares, de alquiler, transportes de pasajeros, de carga, motociclistas, ciclistas, etc.), peatones e inclusive jinetes y/o conductores de vehículos tracción a sangre o dispositivos de transportes de carga manuales. Así las cosas, solo se podrá controlar primero y revertir luego paulatinamente a niveles razonables, dicha siniestralidad, mediante una adecuada educación y concientización de la totalidad de la población, ya que todos somos usuarios de la vía pública, desempeñando en ella alternativamente diversos roles, aplicando programas, planes y campañas masivas de educación y de prevención vial de alcance integral, acompañadas de la observancia y el respeto irrestricto a las normas vigentes que imperan en el país, y finalmente, el accionar en materia de control y efectiva sanción por parte de los Organismos del Estado con poder de policía o responsabilidad directa en materia de tránsito y seguridad vial. Solo con la implementación integral de las medidas adecuadas, -y entre todos los actores de la sociedad- lograremos generar los cambios de conducta necesarios, para revertir la gravosa situación que generan los accidentes de tránsito en todo el territorio nacional.